martes, 30 de mayo de 2017

Horas perdidas

Figuras, rostros me persiguen en el reflejo del espejo, en el vidrio de la ventana pero sobre todo en mi  mente. Siento que algo se asoma, que la puerta se abre lento, haciendo rechinido de ultratumba, todos los sonidos que pueda llegar a percibir estan complotados, toda una confabulación del miedo y me mantiene alerta. Que mi globo no se explotó porque si, sino que alguien lo reventó, fue él mismo  o lo mismo que me quiere apagar la luz, aquel que habita en la oscuridad, en la del pasillo o de mi cabeza, que bebe mi sudor frío, que se alimenta de pánico, que me despierta con la boca deshidratada,  que me silba al oído y cierro los ojos muy fuerte y creo que cuando los abra algo terrible voy contemplar y me va a estar contemplando. Una criatura rabiosa que me espera debajo de la cama, una entidad que me acecha, y acosa, y espera mi momento de vulnerabilidad para atacarme entonando grito de guerra. Mientras fuerza hago en no ver, más cosas logro mirar.
Me hace cuestionar si es algo ajeno o propio: Debería tenerle miedo o que "él" me tenga miedo a mi o que yo me tenga miedo? etc.
Que me inmoviliza, que me aliena. Que me hace esclava de la luz artificial, que me hace mendiga de la comunicación artificial (pa no sentirte tan sola en esto). En esto que no se entiende, ni tampoco importa y el teléfono se me va a apagar y tan poco importa que no lo puse a cargar para asegurarme que me va a acompañar pues debería afrontar. Tomar un vaso de agua bien fria y agarrar el libro de la mochila y leer... y abrir la ventana y que corra aire... y limpiar la casa. Y estar trankila... y dormir al fin... y ... y...